Ying-Yang



¡Oh, las decisiones! Ayer fui a charlar con Nancy y por supuesto la conversación fue nutrida y deliciosa. Todos, de un modo u otro vivimos en la encrucijada… en la eterna disyuntiva. Ahora ella enfrenta la necesidad de tomar una dura decisión y por supuesto el calcular las posibles repercusiones de sus actos no es suficiente para dilucidad qué es lo correcto, cuál es el mejor curso de acción.
Aunque el corazón se resista y se encoja, Nancy tiene grandes ventajas en esta situación: el amor incondicional de los que siempre la llevamos dentro, una firme estructura interna y la certeza de que, de un modo u otro, la vida se acomoda a una historia predestinada.
Ésa ventaja no la tengo yo.
En cierto momento la conversación se concentró en un ambiguo y casi silvestre estudio sobre las personalidades. Y de manera metafórica he descubierto cierta interesante verdad que (sí, sólo de manera metafórica) explica el amor en todas sus formas como una realidad energética y casi Natural.
¡Cuánta gente Yang en mi vida a la que me siento unida por razones misteriosas y, a veces, muy poderosas; y yo que soy definitivamente Ying (según lo afirmado por otros que me conocen y que se permiten las mismas metáforas que yo)!: mamá, papá, Craig, Ariel, Myrna, Nancy, Elmira, Joanne, Andrew, Ceci… ¿qué puede significar esto? Se supone que eso sea lo lógico: buscar la complementariedad y el equilibrio: el rojo Yang y el negro Ying; lo primero alimenta a lo segundo y viceversa; acción y reacción, masculino y femenino, activo y pasivo, lo positivo y lo negativo, paterni
dad y maternidad, dureza y suavidad.. se afectan y necesitan recíprocamente.
Si, efectivamente, el equilibrio es la frecuencia verdadera del Chi, entonces tiene lógica que yo entre y permanezca en los campos magnéticos de aquello que me falta.. y esto es fundamental en el asunto: no se trata de mis carencias.. sino de lo que lo que me falta y necesito. Suena parecido pero no es igual: pensar en carencias es concentrarse en el vacío, en la oscuridad, en un defecto del carácter, en una invalidez. Pensar en lo que “me falta y necesito“ es concentrarse en lo posible, en lo que existe allá afuera para que lo encontremos, en lo que DEBO buscar.


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